Globalizar la oposicion
Que fácil es, aun en estos días de comunidad americana de naciones, ridiculizar a la globalización. ¿Después de todo, no es la política un asunto de alcanzar al individuo, de cambiar sus circunstancias vitales? A primera vista es tan fácil pensar que la política empieza, y termina, en casa. Y sin embargo. Quizás lo que llamamos “las actuales circunstancias de la oposición venezolana” (para, en casa del ahorcado, referirse a “esa composición de hebras”) son las deseadas para repensar la globalización como un elemento de acción política. Y me explico.
Desde este lado del mar, una de las discusiones más difíciles que uno confronta diariamente es la del chavismo. En Venezuela, para bien o para mal, los argumentos del gobierno y de la oposición hace largo tiempo ganaron sus adeptos. Aquí aun nos encontramos como en aquella primavera del 98, en que uno se podía permitir dudar, y tratar de entender al chavismo como una alternativa progresista. Los dilemas de Europa frente a Chávez son los mismos que Venezuela enfrentó hace ya un lustro. ¿Cómo considerar que un político de izquierda, comprometido con la terrible pobreza de uno de los países más ricos del mundo, es el peor enemigo del pobre y del desarrollo? ¿Cómo entender, sin estar inmerso en el debate cotidiano de caracas, la inmensa mentira que son las misiones, o la desvergüenza del populismo presidencial?
La pregunta, por supuesto, es la relevancia de estas circunstancias para la oposición venezolana. ¿Es que acaso no han habido suficientes sueños (o pesadillas, mas bien) incumplidos de marines entrando en Miraflores a salvar la democracia? ¿No fue suficiente el repulsivo espectáculo de los embajadores español y norteamericano reconociendo a Carmona, ese triste títere de la reacción mas rancia? Sin duda alguna, es esa la globalización que no queremos. Pero el mundo, tanto como Venezuela, tiene mas facetas que la siempre malvada dominación colonialista.
Por ejemplo, en este momento no hay un solo partido de izquierda europea que no cuente con un grupo de discusión latinoamericano. Un grupo de gente que de una u otra manera sigue fascinado por nuestras continuas evoluciones, revoluciones e involuciones. No es sorpresivo que se nos vea como a un inmenso laboratorio político, donde prácticamente todo es posible. Y aun cuando la atención actual esta mas centrada en los dinámicos procesos bolivianos, brasileños o argentinos, por mencionar los mas obvios, Venezuela sigue siendo una pregunta abierta. Estoy convencido que ese interés merece, de la oposición venezolana, una versión propia de los hechos.
Quizás lo más importante de la proposición insinuada es el reconocer la tragedia que muchos exilios políticos han significado para los países de origen. Solo pensar en la increíble miopía de Miami frente a Cuba, que soporta el mismo bloqueo que mantiene a Castro en el poder, o la actual y repulsiva administración Iraquí, otro triste títere washingtoniano. Desconectar a los actores políticos del día a día del país originario solo alimenta los sueños húmedos de la oposición frustrada e impotente. Y sin embargo, aun hemos de ver en Venezuela el momento que vive Argentina hoy, cuando un gobierno producto del peronismo, ese antecesor del chavismo, es capaz de avanzar una agenda de cambio real. Lo triste de los emigrados argentinos que viven en Europa (y en tantos otros países, como en Venezuela) desde hace décadas, es que largo tiempo atrás quemaron todos los barcos, sin construir ningún puente. Y se quedaron en esa playa, incapaces de colaborar con el proceso actual en las playas del La Plata. Un entera generación de profesionales que hoy ocupan importantes puestos en la academia o la sociedad, no entran en el desarrollo actual de la Argentina. Ello se fueron, y aun si quisieran “volver”, se me hacen difícil de imaginar las bienvenidas.
Venezuela, o la oposición venezolana, hoy enfrenta la misma situación que la argentina de los sesenta, cuando este grupo empezó a irse. Y no dejemos de decir que no son solo los opositores quienes se asientan hoy en el resto del mundo. La pobreza de oportunidades de trabajo para el profesional venezolano en Venezuela hacen que tanto chavistas como opositores se estén asentando en la clase media, de otro país. Si nuestro país, o mas bien nuestros políticos, fuesen capaces de generar relaciones estructurales con esa creciente emigración... mas aun, si fuésemos capaces los que estamos afuera de superar las estériles discusiones entre chavismo y oposición, y pensásemos mas bien en los terribles problemas que siguen ahogando nuestro país, quizás Venezuela pudiese entrar en un mundo donde las fronteras nacionales se hacen mas difusas a cada hora.
Desde este lado del mar, una de las discusiones más difíciles que uno confronta diariamente es la del chavismo. En Venezuela, para bien o para mal, los argumentos del gobierno y de la oposición hace largo tiempo ganaron sus adeptos. Aquí aun nos encontramos como en aquella primavera del 98, en que uno se podía permitir dudar, y tratar de entender al chavismo como una alternativa progresista. Los dilemas de Europa frente a Chávez son los mismos que Venezuela enfrentó hace ya un lustro. ¿Cómo considerar que un político de izquierda, comprometido con la terrible pobreza de uno de los países más ricos del mundo, es el peor enemigo del pobre y del desarrollo? ¿Cómo entender, sin estar inmerso en el debate cotidiano de caracas, la inmensa mentira que son las misiones, o la desvergüenza del populismo presidencial?
La pregunta, por supuesto, es la relevancia de estas circunstancias para la oposición venezolana. ¿Es que acaso no han habido suficientes sueños (o pesadillas, mas bien) incumplidos de marines entrando en Miraflores a salvar la democracia? ¿No fue suficiente el repulsivo espectáculo de los embajadores español y norteamericano reconociendo a Carmona, ese triste títere de la reacción mas rancia? Sin duda alguna, es esa la globalización que no queremos. Pero el mundo, tanto como Venezuela, tiene mas facetas que la siempre malvada dominación colonialista.
Por ejemplo, en este momento no hay un solo partido de izquierda europea que no cuente con un grupo de discusión latinoamericano. Un grupo de gente que de una u otra manera sigue fascinado por nuestras continuas evoluciones, revoluciones e involuciones. No es sorpresivo que se nos vea como a un inmenso laboratorio político, donde prácticamente todo es posible. Y aun cuando la atención actual esta mas centrada en los dinámicos procesos bolivianos, brasileños o argentinos, por mencionar los mas obvios, Venezuela sigue siendo una pregunta abierta. Estoy convencido que ese interés merece, de la oposición venezolana, una versión propia de los hechos.
Quizás lo más importante de la proposición insinuada es el reconocer la tragedia que muchos exilios políticos han significado para los países de origen. Solo pensar en la increíble miopía de Miami frente a Cuba, que soporta el mismo bloqueo que mantiene a Castro en el poder, o la actual y repulsiva administración Iraquí, otro triste títere washingtoniano. Desconectar a los actores políticos del día a día del país originario solo alimenta los sueños húmedos de la oposición frustrada e impotente. Y sin embargo, aun hemos de ver en Venezuela el momento que vive Argentina hoy, cuando un gobierno producto del peronismo, ese antecesor del chavismo, es capaz de avanzar una agenda de cambio real. Lo triste de los emigrados argentinos que viven en Europa (y en tantos otros países, como en Venezuela) desde hace décadas, es que largo tiempo atrás quemaron todos los barcos, sin construir ningún puente. Y se quedaron en esa playa, incapaces de colaborar con el proceso actual en las playas del La Plata. Un entera generación de profesionales que hoy ocupan importantes puestos en la academia o la sociedad, no entran en el desarrollo actual de la Argentina. Ello se fueron, y aun si quisieran “volver”, se me hacen difícil de imaginar las bienvenidas.
Venezuela, o la oposición venezolana, hoy enfrenta la misma situación que la argentina de los sesenta, cuando este grupo empezó a irse. Y no dejemos de decir que no son solo los opositores quienes se asientan hoy en el resto del mundo. La pobreza de oportunidades de trabajo para el profesional venezolano en Venezuela hacen que tanto chavistas como opositores se estén asentando en la clase media, de otro país. Si nuestro país, o mas bien nuestros políticos, fuesen capaces de generar relaciones estructurales con esa creciente emigración... mas aun, si fuésemos capaces los que estamos afuera de superar las estériles discusiones entre chavismo y oposición, y pensásemos mas bien en los terribles problemas que siguen ahogando nuestro país, quizás Venezuela pudiese entrar en un mundo donde las fronteras nacionales se hacen mas difusas a cada hora.